11 de noviembre de 2013

La rebelión de la secundaria.

Cuando iba en tercer año en la escuela secundaria teníamos una “cooperativa” escolar donde nos ofrecían diversos artículos para comprar como lápices, papitas, refrescos, etc. Siempre nos “sugerían” comprar ahí porque era “nuestra cooperativa” y los rendimientos se destinaban a mejoras a las instalaciones escolares. Obviamente, los precios eran más altos por estar en la “cooperativa” y tenernos como mercado cautivo.

Afuera de las instalaciones de la secundaria siempre había vendedores ambulantes con raspados, paletas, churritos y demás chuchulucos para saciar la gusga de los jóvenes de secundaria. Obviamente no les permitían entrar a los terrenos de la secundaria y a los alumnos no se nos permitía salir. Hubo, incluso, rondines de vigilancia de prefectos y “soplones” para evitar que compráramos con los vendedores ambulantes, pues aparte de ser mejores productos, también eran más baratos.

Todo era relativamente tranquilo, hasta que un día dieron la orden de impedir, a como diera lugar, que los alumnos les compráramos a los vendedores ambulantes. Todos debíamos gastar nuestro dinero donde la dirección ordenaba: la “cooperativa” escolar. Pasaron unos días en los que los alumnos apechugamos y seguimos las instrucciones de la dirección, pero veíamos que nuestro dinero alcanzaba para menos y malo y que del dinero de la “cooperativa” nadie sabía nada. Esto fue haciendo que en el ánimo juvenil naciera una rebelión por comprar donde nos dieran barato y bueno.

Al final, todo explotó con una manifestación estudiantil y una valla humana para poder comprar donde queríamos. No dejamos que nos impusieran condiciones que atentaban contra nuestro magro capital y logramos, pacíficamente porque no hubo golpes, que nos dejaran en paz. Además, como un logro colateral, también logramos transparentar las cuentas de la “cooperativa” y logramos que nos repartieran utilidades al final del año.

Así somos los del norte, los bajacalifornianos. Si algo atenta contra nuestro bien, nos manifestamos y logramos nuestros objetivos. En la secundaria tomaban decisiones estúpidas y se los hicimos saber. En México, en el gobierno federal están tomando decisiones estúpidas y se las estamos haciendo saber. Así como hicimos que nos repartirán utilidades que ni sabíamos que existían, así les exigiremos cuentas y les reclamaremos derechos que teníamos olvidados. Al gobierno federal le saldrá más caro el caldo que las albóndigas con las “reformas” fiscales.

Lo que algunos diputados y senadores llaman linchamiento, para nosotros se llama rendición de cuentas, y mejor no deberían llorar pues la verdad es que nos salen debiendo.

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